Por: Luiyel Romero
La crisis desatada en las comunidades científicas del siglo xx, especialmente en la década de los sesenta, promovió el reconocimiento de las sociedades occidentales en el desarrollo de las ciencias sociales, puesto que el contexto caracterizado por el desorden, el caos, la incertidumbre, la contradicción y la emergencia, representó el punto de quiebre de la ciencia normal; la cual según Khun (2004), alude a la investigación basada firmemente en realizaciones científicas reconocidas por la comunidad científica durante cierto tiempo como fundamento para su práctica. Desencadenándose fenómenos sociales tales como: movimientos por los derechos civiles, protestas estudiantiles, revueltas urbanas con trasfondo racial, luchas contra la pobreza y las desigualdades, desarrollo del movimiento feminista, entre otros; marcando precedentes en la historia de la humanidad, según Corbetta (2007). Lo cual impulsó, en cierta forma, los procesos investigativos emergentes bajo nuevos enfoques y perspectivas teóricas, con diferentes posturas científicas, que permitieron la inclusión de elementos filosóficos contemporáneos del mundo occidental.
La crisis desatada en las comunidades científicas del siglo xx, especialmente en la década de los sesenta, promovió el reconocimiento de las sociedades occidentales en el desarrollo de las ciencias sociales, puesto que el contexto caracterizado por el desorden, el caos, la incertidumbre, la contradicción y la emergencia, representó el punto de quiebre de la ciencia normal; la cual según Khun (2004), alude a la investigación basada firmemente en realizaciones científicas reconocidas por la comunidad científica durante cierto tiempo como fundamento para su práctica. Desencadenándose fenómenos sociales tales como: movimientos por los derechos civiles, protestas estudiantiles, revueltas urbanas con trasfondo racial, luchas contra la pobreza y las desigualdades, desarrollo del movimiento feminista, entre otros; marcando precedentes en la historia de la humanidad, según Corbetta (2007). Lo cual impulsó, en cierta forma, los procesos investigativos emergentes bajo nuevos enfoques y perspectivas teóricas, con diferentes posturas científicas, que permitieron la inclusión de elementos filosóficos contemporáneos del mundo occidental.
Los problemas sociales se
destacan precisamente por la complejidad que encierran en sí mismos; Morín
(2002), señala que existe complejidad cuando los distintos componentes de un
todo no pueden separarse debido a que son interdependientes, interactivos e
interretroactivos; y como ejemplo, el autor señala los componentes económicos,
políticos, sociológicos, psicológicos, afectivos y mitológicos. Los cuales
deben estudiarse en su propio contexto, con todas sus implicancias, para llegar
a aproximarse a la verdad. La complejidad evidente de los problemas sociales,
que despertó las alarmas en la comunidad científica, promovió las llamadas ciencias
de la complejidad; las cuales sustentadas en un pensamiento sistémico, establecen
criterios de investigación rígidos apoyados en el método científico de los paradigmas
tradicionales. Una de las técnicas utilizadas en el marco de estas ciencias, es
la simulación basada en agentes, que emplea un software desarrollado para la
modelización y simulación de organizaciones sociales; confeccionado por
científicos sociales e informáticos para la definición de políticas públicas. Estrategia
que sirve para caracterizar los problemas sociales y observarlos objetivamente;
pero no admite la inclusión de todos los factores influyentes, siendo que el
objeto de estudio en ese campo es dinámico y consiente de su propia realidad,
por lo que debe considerarse en su entorno real.
En contraposición, surge la
concepción del pensamiento complejo, que se basa en aproximaciones
filosófico-reflexivas, manifestándose como un enfoque alternativo y transdisciplinario
de los paradigmas emergentes, el cual plantea otras formas de conocimiento distintas
a las establecidas científicamente. Propuesto por Morin (citado en Rodríguez y
Aguirre, 2011), para comprender la complejidad en términos de organizaciones; pasando
de una noción de objeto esencial/sustancial a una noción de objeto relacional, donde
se observan totalidades organizadas, abiertas y contextualizadas, compuestas
por elementos heterogéneos en interacción. Por cuanto, el proceso
científico técnico de las ciencias de la complejidad, es considerado por Morin
(2002), como un proceso ciego que escapa a la conciencia y a la voluntad de los
mismos científicos, significando una regresión democrática; donde el experto
pierde la aptitud de concebir lo total y fundamental de su objeto de estudio
mientras que el ciudadano pierde el derecho al conocimiento, por la divulgación
de un saber mal compensado.
El análisis de políticas es
uno de los campos de estudio más importantes en las ciencias sociales, porque
antecede a la acción, Dror, citado por Salamanca (1994), atribuye su origen a
una revolución científica con fuerte orientación valorativa, que consistió en
la búsqueda de soluciones de los problemas humanos a través de la identificación
de las mejores alternativas de políticas, partiendo de un conocimiento
sistemático, racionalidad estructurada y creatividad organizada. Las
investigaciones realizadas dentro de este campo deben responder a interrogantes
referenciales tales como: ¿qué debemos hacer?, ¿qué opciones existen para hacer
frente a un problema particular?, ¿qué opción de política se debe elegir?, y
otras de similar naturaleza. En este sentido, el análisis de políticas tiene que ser integral y por ende, contemplar los grupos de interés, que serían las personas involucradas, observándose características sociales, actitudes, expectativas, fortalezas y debilidades, así como todos los factores internos y externos del contexto. Puesto que, algún detalle que se pase por alto podría afectar el resultado esperado e impedir que se logren los objetivos planteados. Las investigaciones enfocadas en este campo de estudio no corresponden solo a las ciencias políticas como disciplina, sino también a la economía, administración pública, y subcampos específicos como educación, salud, seguridad, etc.; ya que las decisiones públicas afectan la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana de la colectividad.
Aguilar (2006) concibe la
nueva gestión pública como un fenómeno que orienta la apertura de la gestión hacia
la inteligencia, la reflexión y el coraje cívico para transformar la ingeniería
pública. Surgiendo la gestión del personal y el interés por modelos mentales,
cultura de actitudes, valores y orientaciones que conjugan el derecho con la
psicología. También despliega dentro del contexto del sector público, un
vocabulario técnico del área gerencial, como planificación, organización,
desempeño, control, ajustes, implementación y evaluación. Recomienda la
planificación estratégica como procedimiento de gestión, por considerar la
verdad de la vida y la existencia como lucha continua que demanda una visión de
estratego. Igualmente, habla de la revolución de la calidad que alude a una
gestión de calidad acorde a la época de calidad que se vive en pleno siglo veintiuno.
Al respecto, Zambrano (2008) considera que una de las condiciones que deben
darse para que exista buena gestión pública es la alta capacidad de gobierno, además
de un buen diseño organizativo del aparato público y un proyecto de gobierno
compatible con la capacidad personal e institucional de gobierno; explicando
que la capacidad personal de gobierno depende del dominio de las ciencias y
técnicas de gobierno.
Para finalizar, se considera
que el pensamiento complejo juega un papel muy importante dentro de las
ciencias sociales, puesto que la intención de estos estudios es la
transformación de realidades con la aprobación de los actores involucrados, a
fin de evitar la dominación de clases. Ello implica considerar el entorno del
problema con una visión holística, estableciendo estrechas relaciones entre los
sujetos investigadores e investigados para obtener información verídica,
pertinente y oportuna. Incorporando, si es preciso, a los propios afectados en
la solución de sus problemas. Desde esta perspectiva, no es factible limitar ni
enclaustrar la metodología de la investigación, sino que deben combinarse
flexiblemente técnicas e instrumentos apropiados, puesto que las situaciones
son cambiantes incluso dentro de un mismo contexto, haciendo especial énfasis
en la reflexión libre.
Referencias
Bibliográficas
Aguilar, L. (2006), Gobernanza y gestión pública, primera
edición, Fondo de Cultura Económica, México.
Briones, G. (2002), Epistemología de las Ciencias Sociales.
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES.
Composición electrónica: ARFO Editores e Impresores Ltda. Bogotá.
Corbetta, P. (2007), Metodología y Técnicas de Investigación
Social. Mcgraw-Hill. España.
Kuhn, T. (2004) La Estructura de las Revoluciones
Científicas. Octava reimpresión. Fondo de Cultura Económica, México.
Morin, E. (2002), La Cabeza Bien Puesta. Repensar la Reforma.
Reformar el Pensamiento. 1° Edición. Nueva Visión. Buenos Aires.
Padrón, J. (2007) Tendencias Epistemológicas de la
Investigación Científica en el Siglo XXI. Cinta de Moebio, Revista de
Epistemología de las Ciencias Sociales. Número 28, 1-32. Disponible en:
http://www.cintademoebio.uchile.cl/index.php/CDM/article/viewFile/25930/27243. Consultado el 24 de enero de 2015.
Rodríguez, L. y Aguirre,
J. (2011). Teorías sobre la complejidad y las ciencias sociales: Nuevas
estrategias epistemológicas y metodológicas. [Artículo en línea]. Disponible
en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/30/rdzzoya_aguirre.pdf
[Consulta: 2015, marzo 06].
Salamanca, L. (1994),
‘La Política Pública como la Ciencia de
la Intervención del Gobierno en la Vida Social. El Estado de la Cuestión en la
Literatura’ Politeia, N°17, 223-282.
Smith, K. y Larimer, C. (2009), The Public Policy Theory Primer, Westview Press, United States of America.
Smith, K. y Larimer, C. (2009), The Public Policy Theory Primer, Westview Press, United States of America.
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